viernes, 17 de agosto de 2012


Revista musical chilena
versión impresa ISSN 0716-2790
Rev. music. chil. v.50 n.186 Santiago jul. 1996

doi: 10.4067/S0716-27901996018600012
Olivia Concha Molinari. La primera infancia y la música. La Serena, Facultad de Humanidades, Departamento de Música, Ediciones Universidad de La Serena-Chile, 1996,74pp.
El libro de Olivia Concha Molinari es sobrecogedor para todos quienes se interesan o están comprometidos con la educación musical infantil. Educadores y estudiantes de pedagogía, orientadores, padres y apoderados, autoridades educacionales, directores de colegios, jefes de unidades técnico-pedagógicas y académicos universitarios, con la lectura de La primera infancia y la música seguramente sentirán fortalecida su fe en la educación, como única opción participativa y creadora de bienes culturales cuya consideración valórica hace crecer, proporciona felicicad y dignifica al hombre. Porque la autora postula una educación que, desde los inicios de la niñez, integre la música no sólo con el resto de las artes, sino con todos los lenguajes expresivos- que están presentes también en asignaturas técnicas y científicas-, de tal manera que vivenciando sonidos, trazos, colores, gestos, movimientos; haciendo arte con pinturas, greda, instrumentos musicales o materiales "cotidiáfonos", y a la vez con la quietud y el silencio, el niño devenga en un ser intrísecamente feliz, crativo espontáneo, seguro de sí mismo, solitario, veraz, libre para aceptar y equivocarse, reconocer el mérito en los demás, indagar, expresar sus emociones y, en suma, para utilizar su afectividad y la razón, el pensamiento y la imaginación como actitud perdurable e integradora en el aula y en su entorno social.
       De allí que Olivia Concha, a través de los seis capítulos que conforman esta documentada, cálida y oportuna publicación, que es al mismo tiempo necesariamente contestaria, insiste en la asiduidad de una interacción entre el niño y el marco macroacústico de la vida actual, la cual-señala-debe persistir después del jardín infantil hasta cuando el educando sea adulto. Desde esta interacción y con la intercesión de la educadora de párvulos, que asume el rol de mediadora entre el alumno y el mundo circundante, se asegura un clima de plena utilización de las situaciones de aprendizaje en las diferentes etapas evolutivas del niño. Esta mediación, efectuada indispensablemente en equipo con los padres, familiares y otras personas, según se explica en el libro, es la que optimiza la transformación gradual del estudiante en un ser social cuya personalidad esté apta para nutrirse de valores culturales y éticos, así como de aquellos que le proporcionan sentimientos de pertenencia e identidad.Nos es de extrañarse, entonces, que, aun cuando la educación por el arte- y básicamente por la música-sea lo consubstancial de este ensayo, sus fundamentos, propuestas, contenidos, sugerencias metodológicas y programáticas, sobrepasaen en ocasiones lo meramente musical o artístico. Ello otorga complexión a lo que sin duda es el leit motiv de la publicación: el respeto a la personalidad el niño, a su libertad y al desarrollo armónico con sus potencialidades.
       Sería superfluo intentar una referencia a cada uno de los variados temas expuestos; creatividad y libertad, libertad y juego creativo; el espirítu agnóstico no agresivo; actividades flexibles y la realidad preescolar; el rol de la educadora de párvulos; la percepción, los medios y la identidad; ¿cómo se hace música en el jardín infantil ?; el sonido como gesto, como afectividad, como imagen..., junto a otros acápites, son expresados en una síntesis dinámica, profunda y convincente. Sin embargo, es seguro que más de algún lector podrá no compartir totalmente las observaciones y sugerencias de la autora, como es natural que suceda con un libro que contiene críticas y proposiciones dirigidas a modificar el estado actual de la educación infantil en Chile.
       La primera infancia y la música se identifica con los principios de la Escuela Activa, en que el núcleo del proceso educativo- aprender haciendo- tiene su más alta siginificación en la atmósfera que se crea durante el diario contacto entre una personalidad y un grupo de personalidades.Afectividad, motricidad y creatividad, niño y vida, en concordancia con lo que afirma Olivia Concha, son constitutivos esenciales de los cambios que hoy se estudian para una reforma que debe comenzar el próximo año en la educación chilena.
Guillermo Cárdenas Dupuy

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